Ciudades sustentables: de la teoría a la realidad

Por Dalia Rabinovich


La palabra sustentable ya forma parte del vocabulario de muchas personas. Si bien existen infinitas definiciones para la misma, es posible dividirla en una fase teórica y otra fáctica. La primera hará referencia a la conciencia (individual o colectiva) de la escasez de ciertos recursos naturales, tales como el agua y el petróleo. La segunda fase refiere a la puesta en práctica de medidas para el uso de los recursos que, teniendo en cuenta que no son renovables, deben ser utilizados de forma prudente. 

Resulta complejo utilizar los recursos naturales de forma óptima si primero no se comprende el por qué o para qué de ello. Esto quiere decir que, como primera medida, se debe tomar conocimiento de la parte teórica y luego migrar al plano fáctico. Sin perjuicio de ello, aún siendo conscientes de la escasez de los recursos, muchas personas optan (por diferentes motivos) por no hacer un buen uso de los mismos. Un ejemplo de ello es el caso de los países subdesarrollados, ya que si bien pueden ser conscientes de la escasez de los recursos, sus dificultades a nivel económico y social tienden a dejar las políticas ambientales en un segundo plano. 

Teniendo en cuenta ello, una ciudad sustentable podría definirse como aquella urbe cuyas políticas públicas se corresponden con la conciencia de la escasez de los recursos naturales, y destinan gran parte de su presupuesto a combatir las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso desmesurado de los recursos no renovables (entre otros).

Si bien hay ciudades que son denominadas sustentables, es necesario destacar que sus actividades no siempre lo son. Habitualmente, las mismas desarrollan actividades nocivas para el ambiente en otras partes del mundo. Tal es el caso de una reconocida empresa canadiense que ejerce la mega minería a cielo abierto en distintos países de América Latina, contaminando el agua y afectando a las ciudades en donde se desarrolla. Otro ejemplo es el de las multinacionales instaladas en China, las cuales toman provecho del vacío legal en materia ambiental de dicho país para desarrollar sus actividades. 

No todos los países son igual de ricos en recursos naturales. Mientras en algunos abundan, otros sufren de escasez. Sin embargo, ello no significa que estos últimos se vean imposibilitados de satisfacer sus necesidades de subsistencia, ni que los primeros distribuyan los recursos de forma consciente. En Israel, a pesar de que la mayoría de su superficie está conformada por desierto, el desarrollo tecnológico permitió generar herramientas para combatir las características áridas del territorio. El sistema de riego por goteo es un claro ejemplo de ello, ya que no sólo permite el riego de plantas sino que, a diferencia de los sistemas de riego tradicionales, utiliza la cantidad de agua exacta y necesaria que cada tipo de suelo requiere. Tal es así que este sistema fue exportado a muchos países. En relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, dicha tecnología cumple con la meta 8.4, ya que posibilita “desvincular el crecimiento económico de la degradación del medio ambiente…”

Si bien en el primer párrafo se mencionó que los países menos desarrollados no tienden a priorizar el desarrollo sustentable, existen casos en los cuales se utilizan técnicas amigables con el ambiente para cubrir necesidades básicas de la sociedad, como el acceso al agua caliente y a la electricidad. Ejemplo de ello es la instalación de paneles solares fotovoltaicos y colectores solares en ciertos barrios populares de la Argentina. Una de las metas del Objetivo 11 de Desarrollo Sostenible de la ONU consiste en “…asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales”. Si bien dicha meta aún no se encuentra del todo cumplida, es dable mencionar que este tipo de medidas ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas. 

Tanto el riego por goteo como la instalación de paneles solares en barrios populares son ejemplos del crecimiento a través de las dificultades; frente a una situación compleja (ya sea climática, social o económica), las estrategias sustentables aparecen como una respuesta integral y eficaz. Si bien estos casos aislados probablemente no califiquen a una ciudad como sustentable, son formas de afrontar las crisis climáticas y sociales que sufren y, en adición a ello, cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, principalmente la meta 12.2 (“lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales”)

Como conclusión, es importante mencionar que el planeta es uno e indivisible, y tanto la contaminación como el mal uso de los recursos naturales afectan, tarde o temprano, a todos por igual. Sin perjuicio del gran trabajo que realizan ciertos países en pos del ambiente, quizás sea momento de comenzar a trabajar de forma global y dejar de lado las miradas individualistas de cada país. Al fin y al cabo, un sello de sostenibilidad no es lo que hará la diferencia a largo plazo, sino la promoción de medidas ambientalmente eficaces para toda la superficie de la Tierra. 


Artículo escrito para la revista Gerencia Ambiental, edición Octubre 2020.