Sustentabilidad… ¿al alcance de la mano?

Por Dalia Rabinovich

24/02/2021

Algo novedoso del mundo actual es la forma de repensar las costumbres y los hábitos que se inculcan desde muy temprana edad. Los individuos comienzan a replantearse sus modos de vida, de hablar e incluso de pensar. Ya no se toman las cosas como son, sino que son analizadas a través de un pensamiento crítico. 

Las cuestiones ambientales no quedan excluidas de dicho análisis. Ello puede observarse en la forma en la que ciertos individuos incorporan hábitos sostenibles en su vida diaria. Existen dos grandes causas por las cuales ocurre este hecho. La primera se relaciona con la pertenencia a determinado grupo social. Es decir, ante el temor que genera en ciertas personas el hecho de quedar excluidos de un determinado grupo a causa de no incorporar prácticas sustentables, se comienzan a cambiar ciertos hábitos a fin de seguir perteneciendo a determinado lugar. La segunda remite a la conciencia de la finitud de ciertos recursos naturales: los individuos son conscientes de la crisis climática que se vive en la actualidad y por ello sus formas de vida son acordes a dicho conocimiento. 

Más allá de la causa que impulse este tipo de cambios, es importante destacar que entre estos hábitos se encuentra el consumo responsable, basado en la compra de productos sostenibles. La particularidad que tienen dichos productos es que para su producción se tuvieron en consideración tanto cuestiones ambientales, como sociales. Probablemente hasta hace no mucho tiempo, los dos criterios que se tenían en cuenta a la hora de generar una compra eran el criterio económico y el criterio cualitativo. Si la relación precio-calidad era dentro de todo razonable, el producto también lo era.

Si bien hoy en día esta lógica no ha cambiado del todo y claramente subsiste, gran parte de la sociedad, y sin lugar a dudas del mundo, ha incorporado dos criterios más: el social y el ambiental. El criterio social se basa en la introducción de cuestiones humanitarias básicas en la cadena de producción. Dichas cuestiones se relacionan con el bienestar de los trabajadores, trato digno, no discriminación, políticas de género, entre otras. De esta manera, no sólo el proceso de producción se torna más humano sino que además se cumple con diversos tratados internacionales que velan por los derechos laborales. Por otro lado, el criterio ambiental se relaciona con la puesta en práctica de herramientas que impulsen el cuidado del ambiente. Algunos ejemplos son el uso racional de los recursos naturales en la producción y el tratamiento adecuado de los residuos. Dichos criterios deben estar presentes desde la generación del producto hasta la comercialización del mismo.

Los desafíos de la sustentabilidad 

Indudablemente, las empresas detectan los cambios de consumo de sus grupos de interés y son conscientes de que, en caso de no cambiar o incorporar ciertos criterios sociales y ambientales, sus ventas podrían verse afectadas. Ya no alcanza con establecer un precio razonable en el mercado, ya que el consumidor se ha vuelto más exigente. 

Pero cambiar las formas de trabajo resulta complejo, y más aún para aquellas empresas que ya cuentan con una estructura y un modelo de trabajo establecido. Tal es así que la solución que encuentran algunas de ellas para hacer frente a las demandas de la sociedad es el fenómeno denominado Greenwashing, el cual consiste en mostrar a los stakeholders (grupos de interés) una política ambiental y social que en la práctica no aplica. Estas empresas proclaman a través de medios publicitarios sus responsabilidades sociales y ambientales cuando, en los hechos, las cuestiones mencionadas no son tenidas en consideración. Dicha práctica conlleva un gran riesgo para los consumidores cuya intención es acceder a productos sustentables, ya que las empresas que practican el Greenwashing podrían hacerles creer que acceden a productos ecológicos cuando, en realidad, no es así.

Más allá del Greenwashing, el costo económico de los productos sustentables se presenta como un nuevo desafío para el consumidor que desea invertir de forma consciente. Según un estudio de la Fundación Vida Silvestre, el 85% de los argentinos se encuentran dispuestos a pagar más por un producto de una empresa socialmente responsable, siempre y cuando el precio se encuentre dentro de sus parámetros razonables. Un producto tradicional y producido en serie es, en la generalidad de los casos, mucho más económico que un producto sustentable. Esto se debe, entre otras cuestiones, a que este último conlleva un costo mayor de producción (muchas veces debido a la materia prima utilizada) y más tiempo de realización. A ello se le agrega que las personas medianamente predispuestas a realizar un cambio de hábitos deben acostumbrarse al nuevo producto y a los resultados que conlleva, que pueden ser muy buenos pero requieren de adaptación. Un porcentaje de la sociedad desea incorporar hábitos sustentables, pero se presentan distintos desafíos: algunas empresas engañan, las marcas sustentables no son económicas y los cambios requieren adaptaciones.

Posibles soluciones

Algunas alternativas para hacer posible la compra de productos realmente sostenibles y económicos son las siguientes:

  1. Consumir productos realizados de forma artesanal: si bien no siempre es fácil encontrar productos sustentables y accesibles, el hecho de consumir productos artesanales conlleva un riesgo mucho menor de caer en el efecto del Greenwashing, ya que, al ser un trabajo personal, la cadena de producción suele ser más transparente. El desafío que se presenta en este caso es obtener productos que no dejen de ser rentables. 

  2. Invertir en productos de larga duración: comprar un producto costoso y de buena calidad en reemplazo de varios productos económicos y desechables es una buena forma de comenzar a consumir productos ecológicos. 

  3. Crear productos eco friendly: a través de distintos materiales de uso doméstico es posible crear productos sustentables, como esponjas y jabones. De esta manera, también se incentiva el reciclaje. 

  4. Mantenerse informado y estar al tanto de las políticas reales de las empresas: de esta forma, el riesgo de caer en las consecuencias del Greenwashing es mucho menor. Una manera de estar informado es a través del análisis de los reportes de sustentabilidad que generan de forma voluntaria ciertas empresas. Otra manera es analizando si las empresas cuentan con certificaciones de sostenibilidad, ya que de esta forma se asegura al consumidor que el producto es sustentable. Si bien no todas las certificaciones son iguales, muchas de ellas cuentan con gran prestigio.

Conclusiones

Si bien podría afirmarse que el Greenwashing es una práctica prohibida por la legislación argentina (el artículo 9º de la Ley de Lealtad Comercial establece la prohibición de realizar cualquier tipo de presentación, publicidad o propaganda que pueda inducir a un engaño respecto de la naturaleza, origen o técnicas de producción de bienes), resulta fundamental que la Ley de Responsabilidad Penal Empresaria regule de forma precisa el fenómeno del Greenwashing. A pesar de que existen mecanismos para prestigiar a las empresas sustentables, también es necesario generar desincentivos a las empresas que generan un impacto relevantemente negativo sobre el ambiente. 

Más allá de las alternativas brindadas, sería interesante que a nivel nacional los gobiernos generen políticas públicas tendientes a incentivar a las empresas sustentables, ya sea a través de beneficios económicos o por medio de la asignación de herramientas para que puedan continuar con su labor. Según el estudio mencionado anteriormente, el nivel de interés que se tiene sobre el ambiente es del 73%. Sin embargo, en ocasiones, la falta de accesibilidad económica de los productos genera que los ciudadanos sigan consumiendo productos tradicionales de empresas que no tienen ningún tipo de consideración por el ambiente. Es por ello que, a fin de hacer prevalecer el ambiente, es fundamental que el cuidado del mismo vaya de la mano de la rentabilidad. A pesar de las cuestiones éticas y morales que podrían impulsar el cuidado del Planeta, a modo general, será el beneficio de la sustentabilidad lo que llevará a los individuos a cambiar sus hábitos a largo plazo y de forma real.